La educación alimentaria y nutricional – junto con otras medidas- es indispensable en la prevención y control de los problemas de malnutrición y enfermedades crónicas relacionadas con la dieta.
Según la FAO, más de 900 millones de personas padecen desnutrición, de entre ellos los más vulnerables son los niños, unos 170 millones de niños sufren de insuficiencia ponderal.
Parelelamente, cientos de millones de personas padecen enfermedades derivadas de regímenes alimentarias excesivos o poco equilibrados. Quienes no reciben un correcto nivel de energía y nutrientes no pueden llevar una vida sana y activa, lo cual comporta deficiencias en el desarrollo físico y mental.
Para evitar este problema, las autoridades de los países deben educar a su población en el consumo de alimentos adecuados, no solo en el consumo de más o menos alimentos. La población debe saber qué es una dieta sana y cómo deben elegirse opciones alimentarias aceptables.
Para ello la educación nutricional debe pasar a un primer plano, es una herramienta de promoción, de prevención y de restauración de la salud y comprende todas aquellas actividades de aprendizaje destinadas a mejorar la alfabetización sanitaria, incluida la mejora del conocimiento de la población en relación con la salud y el desarrollo de habilidades personales que conduzcan a la salud individual y de la comunidad (Organización Mundial de la Salud, 1984).
Educar en nutrición no es tarea fácil, aunque el concepto de educación nutricional es sencillo, la tarea y el desarrollo pueden llegar a ser muy complejos, debido a que cada individua tiene un patrón alimentario que le es propio, dependiendo de factores socioeconómicos, culturales y políticos.
Los niños en edad escolar constituyen uno de los grupos prioritarios que deben recibir una educación en nutrición:
- La niñez y la adolescencia son los períodos más idóneos para acoger y adaptar nuevas conductas de vida.
- El hecho de trabajar con un grupo de población en período de desarrollo físico, psíquico y social hace que los programas de educación nutricional sean más eficientes ya que el educando es más receptivo.
- Una alimentación adecuada es fundamental para el correcto desarrollo físico y mental de niños y adolescentes.
- Los escolares son consumidores actuales y futuros que necesitan información y educación específicas para adquirir patrones alimentarios saludables y perdurables.
- La educación nutricional en niños con edad escolar no solo alcanza a los propios niños y jóvenes, sino también a los miembros de su unidad familiar
En resumen, la educación alimentaria y nutricional es vital en la adopción de hábitos alimentarios y estilos de vida saludable. Si adoptamos hábitos de alimentación saludable (incluyendo la manipulación adecuada de alimentos), reduciremos nuestro riesgo contra enfermedades crónicas; a la vez nos ayudará a sentirnos sanos y con más energía, y con mayor capacidad para disfrutar la vida.
A continuación os proponemos 10 pequeños consejos para iniciar a los más pequeños junto con toda la familia en la educación alimentaria:
1.- El niño, partícipe de la comida: que los más pequeños ayuden a hacer la lista de la compra, a preparar la comida y a poner la mesa. En definitiva, que estén en contacto directo con todo tipo de alimentos para despertar su curiosidad por probarlos.
2.- Comer en familia: el niño aprenderá viendo cómo comen los mayores y cómo se relacionan en la mesa. Para ello es primordial coincidir toda la familia siempre que se pueda.
3.- Cinco comidas: que los niños tengan energía para todo el día se consigue con la ingesta de cinco comidas: desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena. El desayuno es clave pues aporta más del 25% de la energía diaria.
4.- Acabar con los dulces: el consumo de dulces, golosinas y alimentos muy salados, hay que moderarlos. El almuerzo y la merienda son los dos momentos críticos del día. Es aconsejable sustituir estos productos por frutas o pequeños bocadillos con el fin de que no desaparezca el hambre en las comidas principales.
5.- Sin televisión ni juegos: comer delante del televisor distrae a los niños, lo que provoca que coman más de lo que realmente necesitan. Deben estar centrados con sus cinco sentidos en el principal objetivo de ese instante, que no es otra cosa que comer.
6.- Agua y más agua: es la única bebida necesaria para el niño a pesar de lo llamativo y muchas veces coloridos que son los batidos, zumos o refrescos. Los zumos naturales son una muy buena opción para el desayuno.
7.- Imaginación al poder: existen alimentos que no son especialmente visuales para los más pequeños. Los niños deben disfrutar mientras comen, por lo que la imaginación resulta fundamental.
8.- Ejercicio físico: es el complemento ideal para una buena alimentación y puede ayudar para prever el sedentarismo en los más jóvenes.
9.- La comida no es un castigo: los niños deben tener una relación lo más sana posible con la comida. Si un día tienen menos apetito, es contraproducente obligarles a tomar una mayor cantidad; se corre el riesgo de que ese producto entre directamente en la lista de los que no volverán a probar.
10.- Pequeñas victorias: los padres deben reconocer los avances de sus hijos a la hora de comer, ya sea por tardar menos, ayudar a poner la mesa o probar algún nuevo alimento. El hecho de felicitarles hará que lo quieran repetir la próxima vez.