En el post anterior La alimentación en las personas mayores I comentamos los cambios fisiológico y sociales que se producen debido a la edad y que afectan directamente en la alimentación, en esta segunda entrega vamos a hacer un repaso a las principales recomendaciones nutricionales y cómo se debe adaptar al dieta de las personas mayores para llevar una alimentación saludables y que cubra sus necesidades.
En general, y cuando la persona mayor está en magnificas condiciones físicas, psíquicas y sociales, sin que los cambios fisiológicos alteren de forma significativa la vida normal, las personas mayores no hace falta que modifiquen su dieta sobre lo que se aconseja para un adulto sano con actividad normal.
No obstante vamos a hacer un repaso a las principales recomendaciones para cuando van a pareciendo signos de los cambios mencionados.
Necesidades nutricionales de las personas mayores
Para las personas sanas, las necesidades energéticas disminuyen con la edad, debido principalmente a cambios en la composición corporal, una disminución en el tejido magro (músculo) y un aumento en el tejido adiposo (grasa). Esto significa, que para un mismo peso corporal, las personas mayores tienden a tener menos músculo y más grasa, además muchas personas se vuelven menos activas a medida que envejecen, por lo que necesitan una menor ingesta calórica diaria.
Mantener un peso saludables es una recomendación para cualquier edad, pero todavía es más importante para las personas mayores. 1 de cada 7 personas de edad muy avanzada está en riesgo de desnutrición, y esta prevalencia es aún mayor en personas institucionalizadas. La desnutrición o el riesgo de desnutrición aumenta el riesgo de padecer otras enfermedades, retrasa la recuperación y afecta negativamente el correcto funcionamiento del cuerpo, el bienestar y el resultado clínico.
Hay que asegurar el aporte adecuado, sobre todo en enfermos crónicas y personas que viven solas. La recomendación es la habitual 0,75 g/kg de peso/día, al igual que para los demás adultos. Los estados carenciales en proteínas pueden causar graves trastornos: alteraciones cutáneas, edemas, fatiga etc., que pueden empeorar o alterar el estado de salud de las personas mayores.
No existen recomendaciones especiales para los carbohidratos, la Asociación Americana de Cardiología y Cáncer recomienda aportar en forma de carbohidratos del 55-60% del valor calórico total de la dieta. La disminución de la tolerancia a la glucosa aconseja dietas con alto contenido en carbohidratos complejos y fibra (cereales integrales y verdura), hay que evitar el consumo excesivo de sacarosa y de lactosa, si hay intolerancia.
Aunque son las enfermedades cardiovasculares las que causan una de las mayores tasas de mortalidad en la sociedad actual, y se asocia directamente con los elevados niveles de colesterol en sangre, no es aconsejable reducir totalmente el aporte de grasa en la dieta. Hay que elegir, como en las dietas en todas las edades, aquellos alimentos que aportan ácidos grasos monoinsaturados (aceite de oliva y vegetales en general), entre otros motivos para asegurar el aporte de vitaminas liposolubles.
Es importante asegurar las cantidades adecuadas de minerales en general y en especial de hierro, zinc y calcio.
No hay recomendaciones específicas para las personas mayores para muchas de las vitaminas y minerales. Pero lo que sí se sabe es que la capacidad de digerir, absorber, metabolizar y excretar nutrientes cambia con la edad (por ejemplo, la absorción de la vitamina B12 se reduce). Las personas mayores deben comer una dieta variada que contenga muchas frutas y verduras.
La vitamina D se sintetiza en la piel a través de la acción de la luz solar. Sin embargo, las personas mayores suelen salir menos a realizar actividades al aire libre que otros grupos de población y su piel es menos eficiente en la producción de vitamina D de la luz solar. Por ello se recomienda que todos los adultos mayores de 65 años toman un suplemento de vitamina D al día y que coman regularmente alimentos que contengan vitamina D (por ejemplo, el pescado graso).
Una injesta baja de vitamina K está asociado con baja masa ósea y mayor riesgo de fractura. Una dieta que contenga cantidades adecuadas de proteína y vitamina K debe ser es rica en frutas y verduras y baja en sal, ademas también puede ayudar a retrasar el envejecimiento de los huesos. Por el contrario, una alta ingesta de vitamina A (retinol) puede estar asociada con una baja densidad mineral ósea y un mayor riesgo de fracturas en ciertas poblaciones; por lo tanto se debe evitar consumir dosis altas. Los grupos con mayor riesgo de osteoporosis, como las personas mayores, deben limitar el consumo de hígado y los suplementos que contienen retinol (por ejemplo, aceite de hígado de bacalao).
Ser activo también juega un papel crucial a la hora de mantenerse sano, puede proteger contra la osteoporosis a través de sus efectos sobre la fuerza muscular, la coordinación, la flexibilidad y el equilibrio. La artritis es muy común en las personas mayores, en particular la osteoartritis, relacionada con la edad y causante de discapacidad en más del 10% de los mayores de la edad de 65. Algunos hallazgos sugieren que los aceites de pescado pueden proporcionar alivio de los síntomas de algunas personas que sufren de artritis reumatoide, pero la evidencia de los beneficios de otros suplementos de glucosamina y condroitina, incluyendo, en particular con respecto a la artrosis más frecuente, sigue siendo débil.
La deshidratación otro de los problemas más comunes en esta población, por lo que hay que asegurar un aporte adecuado.
Este elemento es muy importante en la dieta, sin embargo, en esta etapa de la vida hay que ser cauto en las recomendaciones. Es muy importante tomar la cantidad de fibra adecuada para evitar los problemas de estreñimiento, pero la cantidad aportada no debe constituir un impedimento añadido en la absorción de determinados metabolitos como las vitaminas y minerales. Ya ha sido comentado el problema de la mala absorción intestinal.
Fuente: Alimentación en la tercera edad – UNED
En el siguiente enlace os dejamos las recomendaciones de la OMS, Nutrition for older persons